San Jerónimo y la cultura Abipón


Hablar de la historia de la localidad de San Jerónimo del Sauce implica indefectiblemente referirnos a la ciudad de Reconquista, fundada por el Coronel Obligado sobre las ruinas de la reducción de San Jerónimo del Rey. Implica mencionar a los jesuitas y principalmente a los abipones y su obstinada existencia. Al fin y al cabo ¿Existe algo que pueda dejar de serlo? A lo sumo puede mutar la forma de existir. La esencia es una materia difícil de desaparecer.

Eusebio Hierónimo es el nombre real de San Jerónimo antes que la Iglesia lo declarara santo. Nacido en Estridón, ciudad destruida por los godos en el año 379 D.c, que integro el imperio romano. Eusebio tradujo la biblia del griego y el hebreo al latín y pasó a ser considerado uno de los Padres de la Iglesia. A partir de este hecho, la Iglesia comenzó a expandir su prédica en las poblaciones latinas. Los jesuitas, abanderados de la evangelización cristiana durante la conquista de América, siguieron el ejemplo de San Jerónimo y lo llevaron a un ejercicio de transposición didáctica aún mayor, traduciendo escritos sagrados a la lengua guaraní.

Los abipones vivieron históricamente en la zona conocida como región chaqueña. Perteneciente a la cultura guaycurúes, fueron los más esquivos a las redes de la civilización occidental. A finales del siglo XVIII, cuando el norte de la provincia de Santa Fe, era territorio del Chaco y de las culturas “indómitas” y Santa Fe una ciudad que integraba la ruta comercial del Río de la Plata hacia España, en 1748 se fundó la reducción San Jerónimo del Rey, primer asentamiento jesuita en territorio abipón. La ceremonia fundacional estuvo presidida por la imagen de San Jerónimo traída desde Europa que se convirtió en patrono de la comunidad nacida a orillas del Arroyo Del Rey o dicho en por los abipones, Ichimaye (Río de las calabazas).

La expulsión de los jesuitas en 1767 por el rey Carlos III de España, marcó el declive de la reducción. Sin embargo, el asentamiento fue conducido por varios años por los propios abipones, en lo que algunos investigadores señalan como una experiencia de autogobierno indígena. La inestabilidad del territorio, las negociaciones políticas y los constantes enfrentamientos entre facciones étnicas fueron debilitando la permanencia de San Jerónimo del Rey. En 1818, la reducción fue arrasada por una fracción de la etnia qom de la misma forma que los godos hicieron con Estridón. Los sobrevivientes abipones junto a la imagen de San Jerónimo, cruzaron el Paraná y se establecieron en la provincia de Corrientes. 

En 1825, ocho años después de la destrucción de San Jerónimo del Rey, una población de alrededor 500 abipones vuelve a cruzar el Paraná para establecerse en la provincia que era comandada por el Brigadier Estanislao López. Por medio de nuevas negociaciones, se establecieron en el paraje El Sauce y al poco tiempo fundandaron San Jerónimo del Sauce, último bastión abipón en la provincia de Santa Fe.

Apellidos como Añorique, Algaraña, Briquera, Beñarí, Chorichí, Ichilin, Quinarí, Soriquín, Santillan, Casco, Ríos, Orellano, Torres, Leiva, Mansilla, por mencionar algunos, fueron los primeros habitantes que dieron vida al nuevo poblado que actuó como barrera de contención de un esquema de defensa integrado por varios fuertes ante los ataques de “indios montaraces”, aquellos indígenas que se mantenían en los márgenes del adoctrinamiento accidental.

Cada 30 de septiembre se homenajea a San Jerónimo (Día Internacional de la Traducción) y es motivo de celebración de un santo y un pueblo que va camino a cumplir trecientos años de historia, tomando de punto de partida el año 1748 con la fundación de San Jerónimo de Rey. Una historia que pareciera tener mayor consideración por los saucedeños. En Reconquista, los cimientos de la reducción de San Jerónimo del Sauce se encuentran sepultada y las nuevas generaciones apenas saben de esa historia subterránea. En San Jerónimo del Sauce, la historia sucede todavía sobre las calles y hay personas que se autoperciben abipon.

Como último intento por reconsiderar la historia, en 1996, se firmó un acuerdo entre San Jerónimo del Sauce y Reconquista, donde establecieron finalmente que ambas localidades son hermanas por historia.

Esta historia, representa un nervio más del entramado histórico de la provincia. Por allí cruzó una historia que en apariencia ya no existe, pero allí está para quien quiere ver. Un pueblo que fue de una reducción a otra, de enfrentamientos a la resignación y derrota casi definitiva, del avasallamiento cultural a la sobrevivencia con un santo como bandera. 

La pregunta final para continuar pensando ¿Qué quedó de todo ello?


Autor texto y diseño: Luciano Sánchez

 

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