Fray Ermete Constanzi, la tierra y su muerte no esclarecida
Ermete Constanzi nació el 4 de septiembre de
1831 en Montevidone que pertenecía, en aquel entonces, a los Estados
Pontificios, y se ordenó como sacerdote el 19 de octubre de 1852.
En 1860 llegó a Italia, enviado por el Colegio
de San Carlos, el Padre Adriano Casalis con la encomienda de «colectar operarios apostólicos para que
reforzasen las Misiones del Chaco santafesino. De manera que, a su
regreso, el 13 de diciembre del mismo año, lo hacía con 25 religiosos franciscanos, entre ellos, el
joven Ermete Constanzi.
Al
poco tiempo de llegar al Convento de San Carlos, Ermete fue derivado a la reducción de San Jerónimo del Sauce, para
luego trasladarse a la misión de San Javier para ayudar al Padre Aurelio Biodi.
Dos años después , 1862, fue nombrado Superior de la Misión de San Javier,
cargo que mantuvo por más de 20 años hasta su traslado para fundar una nueva
reducción: San Antonio de Obligado.
En
San Antonio de Obligado el Padre Metri, nombre que le asignaron los indígenas, además
de ser la autoridad espiritual de la reducción, ocupó un rol protagónico en
otros ámbitos de la vida de los pobladores del Chaco santafesino. Fue
Sub-Inspector de escuelas durante 12 años, teniendo bajo su jurisdicción todas
las escuelas fiscales de la Sección 6º que abarcaba desde el Arroyo el Rey
hasta la Colonia Florencia. Cuenta Pedro Iturralde (1930) que el Fray recorría
aquella zona a caballo donde «proveía a su buen funcionamiento y al mismo tiempo
prestaba sus servicios espirituales a los pobladores». En 1886 fue elegido Prefecto de Misiones, cargo que ocupó hasta
1894, para luego, hasta su muerte, desempeñarse como Sub-prefecto. El 1 de febrero de
1889 se creó la Comuna de San Antonio de Obligado y Ermete fue ungido con el
cargo de presidente de la Comisión de Fomento de la reducción (aparentemente
este cargo ocupó hasta 1898).
En su extensa y variada lista de actividades y
compromisos que asumió el Padre Metri, la defensa de las tierras de los
indígenas reducidos fue una constante en su vida, al punto que el misterio
entorno a su asesinato se encuentra ligado a este conflicto.
Ermete
asumió, como la mayoría de los misioneros, un rol paternalista frente a los
reducidos en la «educación y catequización» de los indígenas. Estaba convencido
de que eran «salvajes» y que necesitaban «civilizarse» por medio de la «caridad
y la comprensión» pero también con la entrega de tierras para que puedan
cultivarlas.
Ya
en San Antonio de Obligado le tocó reclamar ―al inicio de la fundación― la
entrega de los títulos de las tierras primero a Nación y después al Estado
provincial cuando, en 1886, se corrieron las fronteras santafesinas. Por otro lado,
el trabajo junto a los indígenas lo llevó a tener diferentes altercados y
acusaciones de la «población blanca» que no veía con buenos ojos los «avances»
de los reducidos que el Fray informaba en sus cartas anuales. Por ejemplo, el
médico Víctor Pongranz enviado a atender la epidemia de cólera, que todavía se
encontraba en la reducción al momento de la sublevación, «hizo responsable ideológico al Padre Constanzi
del alzamiento por su defensa de los indios»
(Gutierrez, 1998, p. 13).
Después
de la sublevación y la matanza de indígenas, el sacerdote franciscano se abocó
a la reorganización de la reducción en un clima de profunda vulnerabilidad de
las «tribus que quedaron» y de «agresivos avances» de la «población blanca»
sobre las tierras que habían sido predestinadas para la «civilización de los
salvajes». En 1894 se publicaba un aviso en Las Toscas del terrateniente
Vicente Casares, donde ponía a la venta 105 lotes rurales que formaban parte de
la jurisdicción de San Antonio de Obligado. El hecho motivó un encendido
reclamo de la Comisión de Fomento ―presidida por Ermete― en el cual «recordaba que la Provincia se había
comprometido a respetar los títulos otorgados por el Gobierno nacional antes de
la transferencia de estas tierras a su jurisdicción» (Gutierrez, 1998, p. 13). El conflicto continuó al punto que, en
1895, se presentó un proyecto de Ley en la cámara de diputados para expropiar y
entregar las tierras a los indígenas de San Antonio de Obligado. La propuesta
no se concreta y en los años siguientes «pobladores
criollos y extranjeros iban comprando sus solares y los indígenas quedaban
nuevamente desamparados y muchos de ellos se fueron dispersando en las chacras
y obrajes por falta de tierras donde radicarse» (Gutierrez, 1998, p. 14).
Según
el Fray Pedro Iturralde ―biógrafo de Constanzi― «el cólera, que se declaró a fines de 1886, la sublevación de los
mocovíes y finalmente el hecho de que el gobierno de la provincia de Santa Fe
enajenó los terrenos de la reducción» causaron la ruina de la reducción y la resignación del Fray Ermete
Constanzi, ya que sin esas tierras todo esfuerzo por «reincorporar a los
indígenas» carecía de sustento y terminaba siendo en vano (Cayetano, 1980, p.
47). Ramón Gutierrez (1998) señala como culpables a grupos económicos y
militares que presionaban en contra de los intereses de los indígenas: «Los intereses de los nuevos grupos
económicos vinculados a la producción taninera y de ciertos sectores militares
que nunca habían visto con demasiada simpatía la acción de los franciscanos con
los indígenas estaba en la raíz de este conflicto de tierras»
Así el sacerdote franciscano «viejo y cansado» escribía en diciembre
de 1897 a sus superiores, sobre la intención de reimpulsar el proyecto
inconcluso por la «sublevación y la matanza de indígenas que sobrevino en 1887.
Manifestaba ―nuevamente― su deseo de encaminarse hacia el Chaco central con el
fin de establecer una nueva misión, pero esta vez solo con «indios», sin mezcla de colonos criollos ni extranjeros
porque la experiencia le había enseñado que esta amalgama resultaba siempre en
perjuicio de los «indios»”(Iturralde, 1930, p. 28). Apenas unos días
después la cruenta muerte del sacerdote hacía añicos su proyecto de la misión
en el Chaco central.
El 4 de enero de 1898 ―en un «extraño episodio»
caratulado de robo común― el Fray Ermete es asesinado en su propia Iglesia.
Según lo reconstruido, un individuo lo habría esperado detrás de la puerta y
apenas ingresó el sacerdote, le provocó un golpe de muerte utilizando un
machete, y después, para asegurarse de la muerte del sacerdote, degolló y
arrastró su cuerpo por el salón (Iturralde, 1930. Geymonat, 1998. Rosaura y
López, s.f).
La
muerte del misionero franciscano, nunca se esclareció, por el contrario, su
caso se hundió en el silencio de la duda y el misterio. Entre las versiones que
suscitaron a partir de la muerte del Fray Ermete, cobró fuerza ―no así
difusión― la disputa de intereses que existía en torno a la posesión de las tierras. Para esos
años, la provincia de Santa Fe, ya había contraído una deuda que sería pagada
con tierras fiscales y provocaría la llegada de La Forestal a la zona. Por otro
lado, en el Chaco santafesino, la resistencia y los últimos resguardos de las
culturas originarias estaban, prácticamente, vencidas y dispersas. En este contexto,
el proyecto evangelizador del Padre Metri, iba a contramarcha de las decisiones
y acciones que estaban impulsando en el norte de la Provincia de Santa Fe. Así,
parafraseando al investigador Franco Cayetano, la reducción indígena de San
Antonio de Obligado, fue signo de contradicción y de tragedia, tanto para sus
primeros habitantes como para su doctrinero.
Nació y desarrolló sus estudios primarios y secundarios en Villa Ana. Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Quilmes. Fundador de la Revista Añamembui. Actualmente vive en Reconquista donde trabaja como profesor en el Instituto Terciario “Juan XXIII” y como investigador independiente.
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