Conformación del Estado Nacional Argentino y la mirada puesta en Chaco
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el mundo presenció una serie de cambios que modificaron y estructuraron un nuevo orden mundial. En Europa occidental y países como Estados Unidos y Japón, se produjo una sorprendente transformación económica. La segunda Revolución Industrial permitió la consolidación del capitalismo industrial-financiero a nivel mundial. Los países imperialistas se repartían territorios de los distintos continentes, expandiendo su influencia y su dominio político-económico. Argentina consolidó un modelo de país denominado agroexportador, liberal-conservador4, oligárquico5 y moderno. Se incorporó al sistema capitalista mundial y a la división internacional del trabajo como proveedor de materias primas, consolidando el modelo agroexportador al interior de sus fronteras.
Algunos factores que caracterizaron el proceso de conformación y construcción del Estado nacional argentino durante este período se pueden sintetizar en los siguientes: el Estado se constituyó como un organismo centralizado, sentando las bases para el reconocimiento y la obediencia a una autoridad central; había una fuerte dependencia económica del mercado externo; se consolidó el latifundio, principalmente de las tierras fértiles de la Pampa húmeda, como unidad productiva agropecuaria exportadora; los capitales extranjeros, principalmente ingleses, tenían gran injerencia en los resortes más dinámicos de la economía nacional (orientados a la demanda del mercado externo); se fomentaba la inmigración como fuente de mano de obra y ocupación de territorios, mediante la instalación de colonias; se realizaron campañas militares de exterminio de las comunidades originarias libres (en la Pampa, la Patagonia y Chaco) incorporando estas tierras al desarrollo del modelo agroexportador; se utilizó la misión evangelizadora, educativa y civilizatoria para unificar culturalmente a la Nación. En esta etapa se materializó y consolidó la dicotomía civilización o barbarie propuesta por Domingo F. Sarmiento. Se identificaba como civilización todo aquello que representaba el “progreso” y nos acercaba a los países europeos y a Estados Unidos. Por el contrario, la “barbarie” representaba todo aquello que nos alejaba de Occidente, es decir, de los países considerados desarrollados, y del progreso (en esta catalogación se agrupaban los caudillos, federales, los llamados “indígenas”, gauchos, mestizos).
La construcción del Estado-Nación tuvo como principal connotación lo exterior a nuestras fronteras, ya que la mirada estaba puesta en Europa y Estados Unidos. La oligarquía terrateniente nacional denotaba una ideología que se expresó en tres pilares: orden, progreso y superioridad racial. El discurso de los sectores hegemónicos, es decir, los sectores sociales dominantes, que detentaban los resortes de poder del Estado nacional, fue construyendo la idea de orden como mecanismo para garantizar el progreso político, económico, cultural e institucional del Estado-Nación. La concreción del progreso solo podía darse existiendo cierto orden, es decir que el progreso se constituyó como dispositivo de legitimación, no solo del orden en sí mismo, sino también de los medios utilizados para llegar a él. La idea subyacente es la de superioridad racial, ya que solo las clases hegemónicas y dirigentes (que representaban la civilización) podían garantizar el orden y el progreso de la Nación, mientras que los demás sectores sociales (que representaban la barbarie) se identificaban como obstáculos para concretar dichos objetivos. En esta etapa del desarrollo histórico irrumpió con fuerza el concepto de desierto. Constituyó un dispositivo de invisibilidad de las culturas originarias, ya que la alusión a desierto hace referencia al vacío o la nada. Se legitimaban, de esta manera, los objetivos de ocupación y poblamiento de ese espacio que el Estado intentaba realizar por diferentes medios.
La región del Gran Chaco, o Chaco Gualamba, unidad geográfica-cultural que comprende Bolivia, Paraguay, Argentina6 y, en menor medida, Brasil, integraba aquel desierto que era necesario poblar. Sin embargo, ese desierto estaba recorrido en su interior por infinidad de especies de flora y fauna, con grandes extensiones de bosques y ríos, y habitado por heterogéneas comunidades originarias.
Autor: Guillermo Sánchez
Nació y vive en Villa Ana, Sta. Fe. En 2016 se recibió de Porfesor en Educación Secundaria en istoria en el ISPI 4026 de la ciudad de Villa Ocampo. Actualmente, imparte clases de Historia en niveles secundario y terciario en el norte santafesino. Miembro de la Asociación Civil Quebrachito en Villa Ana, que desde 2006 impulsa el compromiso joven para con la historia, la cultura y la realidad local y regional. Miembro del Equipo de Turismo Ta´aromby de Villa Ana, que desarrolla un Poryecto de Preservación, Rescate y Valorización del Patrimonio Histórico-Cultural y Natural de Villa Ana me diante la promoción de un programa de Turismo Sostenible-Sustentable. Colaborador en el blog de la Añamembui.
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