Rafael Yaccuzzi: Derrotero de un cura rebelde (Parte II)
La vida de Rafael Yaccuzzi en
Villa Ana se puede separar en dos etapas. La primera, como cura al frente de la
parroquia que abarca diez años, de 1966 a 1976, cuando el 25 de marzo es
detenido por la Dictadura que comenzaba en el país. La segunda etapa, después
del intervalo del exilio, va de 1984 hasta su muerte, en
2001. En esta segunda parte del artículo repasaré su última instancia en ese pueblo.
El ciudadano
El regreso a Villa Ana (1984) estuvo cargado de emotividad y reencuentros. Un grupo de compañeros lo esperaba y organizaron una cena para agasajar a quien parecía nunca haberse ido. Titi Yoris, amigo de Rafael, dirigente de Las Ligas Agrarias y detenido junto a él por la dictadura, donó una vaquilla y se congregaron por la noche en un salón del pueblo. Previo a esto, por la tarde, el cura Renzo, quien estaba a cargo de la parroquia de Villa Ana, celebró una misa en nombre del hijo pródigo que regresaba a su casa. En el momento del sermón les dijo a sus feligreses: “Un amigo de ustedes viene hoy después de mucho tiempo a saludarlos”. Para sorpresa de la mayoría, Rafael salió detrás de la sacristía y sonriendo pronunció las palabras de Cristo a los apóstoles luego de la resurrección: “qué miran, soy soy”.
La situación
de Rafael en Villa Ana era un tanto confusa, inclusive para él. Ya no era el
cura del pueblo y entonces resolvió que iba a ser un ciudadano comprometido con
la realidad social y política del pueblo.
Por aquel
entonces, en 1984, por iniciativa de Aníbal Sánchez, Ramón Balbuena, Alberto
Zabala y Miguel Gómez, montaron una ladrillería que funcionaba bajo los
principios cooperativistas. Es importante decir que tanto Aníbal Sánchez como
Ramón Balbuena venían de una militancia en Santa Fe en el PRT-ERP y de haber
sido presos políticos de la dictadura, motivo por el cual, rápidamente, se
hicieron cercanos a las ideas de Rafael.
Como era de
esperar, Rafael sumó de manera entusiasta a la nueva experiencia cooperativista
junto a Titi Yoris, quien fuera también compañero y parte de la Cooperativa
Parque Agrícola en 1973.
La experiencia
de la cooperativa se convirtió en una causa irrenunciable para este grupo de
personas que trabajaron a deshoras para apuntalar el proyecto en el pueblo.
Para Rafael significó casi su único anhelo.
La historia de
la cooperativa El Quebracho Colorado es un capítulo grande para relatar en este
artículo. Me resulta difícil resumir un recorrido de quince años de avances y
retrocesos, de logros y proyectos inconclusos que quedaron en el camino hasta
llegar al año de la muerte de Rafael. No obstante, la cooperativa siguió
funcionando, pero esto escapa de los propósitos de este artículo.
En esos quince
años de la actividad de Rafael en la Cooperativa, su vida estuvo marcada por
una alternancia de dos mundos: su familia en Buenos Aires y la Cooperativa en
Villa Ana. Así se vio rodeado de innumerables viajes y gestiones para llevar a
cabo diferentes propuestas productivas, empezando por una ladrillería, una
chanchería, una carbonería, un pequeño tambo para llegar, finalmente, a un
ambicioso proyecto de cooperación y aportes italianos y estatales que retomaré
al final de la nota.
El candidato
De todos los
aspectos conocidos de la intensa vida de Rafael en Villa Ana, es muy posible
que este sea el más ignorado: su candidatura a presidente comunal. Para la
realización de este apartado recurriré al testimonio de Aníbal Sánchez, que con
Rafael pensaron y decidieron este paso para disputar políticamente la
conducción de la Comuna de Villa Ana.
Claramente, la situación de Rafael no era la misma a la de sus años de cura del pueblo. Para buena parte de la población, la detención y la publicidad que la dictadura regó sobre su figura en todo ese tiempo, implicaron dudas y temores sobre las ideas y discursos en torno a su figura. De la misma forma, ese pasado también recaía sobre Aníbal Sánchez y la propuesta de la cooperativa. Esto, sin duda, representó un freno constante en la consolidación de las propuestas productivas como también en su participación política, donde se expuso públicamente a todo tipo de difamaciones y rumores, alimentado, en parte, por el gobierno de turno.
A pesar de
prever esa situación, de la que ambos eran plenamente conscientes, en 1991,
junto a un grupo de seguidores, lanzaron la lista “Participación y Trabajo”
dentro del lema Justicialista. Sintieron que era el momento de tomar la
conducción del pueblo y potenciar un proyecto político que tuviera como base la
experiencia de la cooperativa.
En palabras de Aníbal Sánchez, la campaña fue
creciendo de menor a mayor, incorporando formas inéditas a las campañas
políticas que se acostumbraban en ese entonces:
“Nuestra campaña, con pocos recursos se fundamentó en realizar asambleas barriales, debatir con la gente, tratando de resolver los graves problemas de ocupación. Fue una interesante experiencia caminar las calles y visitar las casas de los pobladores para ofrecer y dar a conocer las propuestas. Era como revivir instancias de trabajo en el seno de las masas, como en las jornadas maravillosas de la década del 70 (…) Se ofrecía un compromiso escrito, a través de volantes y cartas. Una carta de Rafa donde explicaba por qué era candidato tuvo una amplia repercusión, siendo una herramienta poderosa de concientización. Incorporamos nombres femeninos en las listas de candidatos, que no era común en ese tiempo. Y tratamos de ser representativos. En nuestro sector, eran otros los requisitos más allá de los colores políticos tradicionales (…) Como cierre de campaña armamos una colorida caravana con autos, motos, bicicletas, sulkis, que también llamó la atención en el universo local”
Si bien la
campaña no alcanzó para ganar la elección, la fórmula Yaccuzzi-Sánchez obtuvo
una importante cantidad de votos que fue la gran sorpresa para muchos. Tanto
fue así que, en 1993, Rafael volvió a ser candidato, pero esta vez sacó menos
votos por la polarización que se dio entre dos candidatos entre otras razones.
En 1995, el espacio que lideraba Rafael con Aníbal convocó a un frente
electoral. Esta vez, Rafael decidió no ser candidato y acompañar la fórmula
Rodríguez-Sánchez que triunfó y puso fin a un mandato de 12 años. Así fue parte
de una gestión de transformación en el pueblo que duró hasta 1999, año en que
el grupo de Rafael abandonó el gobierno por diferencias con el sector
gobernante. Para ese entonces, también estaba naciendo el gran proyecto
cooperativo para el que estuvieron trabajando todo ese tiempo.
Su último proyecto
En el año 2001
Rafael tenía 67 años y, a pesar de que la situación del país era acuciante, él
parecía estar en su mejor momento desde que había comenzado su militancia en
Villa Ana, en 1966. Sentía por primera vez que las cosas se habían dado de
forma que esta vez no podía escapársele. De modo que, después de varios años de
armado y gestión de un proyecto de inversión para la Coop. El Quebracho
Colorado, se aprueba el aporte y colaboración con dos ONGs italiana, MLAL
(Movimiento Laico para América Latina) y OSVIC (Organización Sardo de
Voluntarios Internacionales Cristianos) además de otros compromisos económicos
por parte de los estados provincial y nacional.
En líneas generales, el proyecto consistió en desarrollarse en tres etapas: capacitación, compra de maquinarias y comercialización; y cinco engranajes productivos: Aserradero y carpintería, Vivero Forestal, Plantas medicinales y extracción de aceites esenciales, Apicultura y Planta láctea para producción de queso, yogurt y dulce de leche. Para colaborar con esta instancia vinieron a vivir a Villa Ana dos voluntarios italianos, Chiara Sgreva y Enrico Vagnoni, que fueron de gran ayuda y contención para los objetivos del proyecto.
El proyecto
apenas comenzaba a caminar cuando la salud de Rafael empezó a fallarle. Había
adelgazado, comía poco y mostraba cierta fatiga en su andar. Lo que parecía una
simple molestia respiratoria se convirtió en un cáncer incurable. Es posible
que su condición de fumador haya sido el causante. Lo cierto es que una noche
partió de Villa Ana rumbo a Buenos Aires para ya no volver.
El 22 de
noviembre del 2001 Rafael se apagó para siempre, no así las ideas que lo
mantuvieron con vida hasta el final. Lo velaron en Buenos Aires y luego, como
él había manifestado en vida, lo sepultaron en el cementerio de Villa Ana,
lugar al que siempre quiso volver. En 2007, por medio de iniciativa de la
Cooperativa El Quebracho Colorado, la Asociación Norte Amplio por los Derechos
Humanos, amigos y compañeros, el gobernador Jorge Obeid promulgó la ley para
que la ruta provincial 32 del tramo Villa Ana-Villa Ocampo, lleve el nombre de
Rafael Yacuzzi.
Por último, la
figura de Rafael Yaccuzzi, más allá de sus detractores, representa la lucha de
un hombre contra las adversidades de su tiempo. Hoy, sus ideas continúan
vigente en quienes creen en la justicia social y la solidaridad de los pueblos
sometidos. Y su memoria sigue batallando contra el olvido y el silencio de un
pasado rebelde que es necesario enmendar.
Autor: Luciano Sánchez:
Nació y desarrolló sus estudios primarios y secundarios en Villa Ana. Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Quilmes. Fundador de la Revista Añamembui. Actualmente vive en Reconquista donde trabaja como profesor en el Instituto Terciario “Juan XXIII” y como investigador independiente.
Comentarios
Publicar un comentario